Sueños de Animal
En «Sueños de animal»(1989) Valentin Vallhonrat desarrolla un primer ensayo de comprensión de la sistematización simbólica e ideal de la naturaleza salvaje a través de los dioramas de un museo de ciencias naturales. En ellos se intenta recrear una imagen de la vida salvaje , al modo de un paisaje domesticado (por disecado) y apto para que la mirada del espectador encuentre un primer plano, imposible en la realidad, abierto a a intimidad de los animales .
Las escenografías de los dioramas en su teatralización de la vida animal pretenden también, a parte de esa recreación de carácter paisajístico , introducir la espectacularidad que supone trasladar un fragmento de las sabanas africanas o las tundras del Ártico al interior de un museo en una ciudad. Las ilustraciones detallistas que los naturalistas habían recreado la naturaleza en los libros, los dioramas en su tridimensionalidad intentan recrear una vivencia de lo lejano e inaccesible.
En sus imágenes tomadas en el Museo de Ciencias de Nueva York, Valentín Vallhonrat utiliza la ficción fotográfica para recuperar el documental fotográfico del naturalismo que especialmente en la primera mitad del siglo XX sustituyó la caja de lápices y acuarelas por las cámaras (fotográficas y de cine, más tarde de vídeo) pero desde una sensibilidad imaginativa cercana a la de la pintura, aprovechando las texturas irreales de los fondos pintados de los dioramas y recurriendo a encuadres que remiten a veces a los escorzos violentos de un Paul de Vos en sus escenas de caza, otras a la amenazante figura del tigre en las selvas coloristas del aduanero Rousseau .
La idea que tenemos de la naturaleza pasa a través d sus representaciones ideales , y los dioramas compendian esa idealización como resumen de la caza, del dibujo y la acuarela, de la taxidermia de efectismos realistas , de la escultura, de la tradición pictórica y del naturalismo fotográfico y cinematográfico.
El ensayo consiste en resumir todo eso e interpretarlo , quizás con las claves de un sueño. Esos mismos dioramas del museo neoyorquino han sido objeto de atención por parte de otros fotógrafos , pero los resultados son diametralmente opuestos. Por poner dos ejemplos distantes entre si: por un lado Hiroshi Sugimoto recoge escenas en su más brutal literalidad (algunas se refieren a los mismos dioramas), pero apenas hay una interpretación que vaya más allá de subrayar la tensión entre ficción y realidad; por otro, Antoni Socías y Luis Pérez- Mínguez en su proyecto conjunto RESNOU (realizado en 1989), integran y hacen dialogar desde el contraste (y el disparate) dioramas y paisajes reales en dípticos o trípticos cuya intención es mostrar el desquiciamiento visual. En la serie de Valentín Vallhonrat los encuadres panorámicos y situados muy a menudo a la altura de los ojo s de los animales o en la posición correspondiente a la pose que adopta el animal disecado, indican un situarse en el nivel de mirada de los animales y lo que nos ofrece es el panorama que veríamos , si nosotros mismos estuviéramos dentro de sus pieles.
El efecto no deja de tener ecos de una cierta desolación «metafísica», en la que el espectador hombre se hace un poco animal y el animal se hace un poco hombre.